Cuento: "El primer contacto" por Isaac Contreras
- isaac contreras
- 17 feb 2024
- 5 Min. de lectura

Las luces del domo me cegaban como un sol naciente. El rugido de la multitud era un tsunami de emociones que amenazaba con tragarme. Nunca había visto nada igual. Miles de ojos, de diferentes colores y morfológicas extrañas para mi realidad, retumbaban todo el lugar con una expectación que contagiaba.
Era mi primera vez en una pelea intergaláctica. Era el primer humano en presenciar este suceso universal, fui enviado especial a través de la revista Rolling Støne, solicitado por los líderes no humanos de la galaxia, querían que yo hiciera un reportaje de la pelea del siglo, con la oportunidad de que la raza terrestre conociera un poco más de lo que hay en la galaxia, la responsabilidad de narrar este evento histórico pesaba sobre mis hombros. Los principales gobernantes de los países se reunieron al enterarse de esta petición, querían involucrarse, mandar a un espía conmigo, descifrar más información, pero sin la oportunidad de organizarse y realizar una operación encubierta, vinieron por mí los no-humanos…
Observo mis manos, curtidas por años de teclear historias en las redacciones más prestigiosas del mundo, ahora suena tan ridículo, tan pequeño decir el mundo cuando sé que existen galaxias, universos, y todo lo desconocido, miro mis manos, temblar con una mezcla de emoción y nerviosismo.
Levanto mi rostro al sentir el retumbar del estadio, jamás imaginé que mi carrera me llevaría a presenciar un suceso de tal magnitud, jamás pensé que existiera vida fuera del planeta Tierra, siempre quise salir de mi pequeña ciudad y mira ahora donde estoy… nada me había preparado para la magnificencia de la noche de las estrellas.
Soy Miguel Ángel Oliveira, un veterano del periodismo. He recorrido el planeta Tierra, he entrevistado a presidentes y dictadores, he presenciado guerras y actos de paz, tragedias naturales y humanas. Mi estilo es directo, crudo, sin rodeos. No me gustan las florituras ni las metáforas rebuscadas. Prefiero la verdad desnuda, la realidad sin filtros. Pero esta noche, frente a este espectáculo sin precedentes, mi estilo habitual se tambalea. La belleza de la batalla, la ferocidad de los luchadores previos a la gran pelea del siglo, la energía vibrante del público, me conmueven de una manera que no esperaba.
Las palabras no alcanzan para describir lo que mis ojos ven, lo que mis oídos escuchan, lo que mi piel siente. La adrenalina corre por mis venas como un río caudaloso, impulsando mi corazón a un ritmo frenético.
Me encuentro en primera fila, al conocerlos me preguntaron si deseaba estar en un palco o en el lugar que quisiera, pedi primera fila para ver la historia de cerca con mis propios ojos, con la adrenalina bombeando por mis venas.
La atmósfera era electrizante, una mezcla de euforia, nerviosismo y expectación.
Observo como si volviera a la infancia y descubriera el asombro, veo el gran domo espacial, su techo cristalino reflejando la magnitud del universo, y las miles de naves fuera del estadio para presenciar la batalla del siglo.
Las proyecciones creaban una tormenta de luz intermitente sobre el domo, mientras que los múltiples comentaristas de todas partes de la galaxia narraban la previa con una pasión contagiosa, el silencio fue un instante y después el rugir de todas las galaxias.
Apareció en un rincón del ring, X'thl, con su piel roja y musculosa, emanaba una fuerza bruta intimidante. Sus ojos brillaban con un fuego guerrero que no admitía dudas. En el otro rincón, A'phrodytå, con su piel verde y su figura esbelta, parecía una bailarina lista para ejecutar una coreografía mortal. Sus ojos brillaban con una inteligencia estratégica que prometía una batalla llena de sorpresas.
Un sol del tamaño del sistema solar estalló anunciando el primer round, comenzó con una intensidad feroz. X'thl lanzó una serie de golpes demoledores, buscando aplastar a su rival con su fuerza descomunal desde el primer instante, un combate rápido y directo. A'phrodytå, con una agilidad felina, esquivaba los golpes con gracia, contraatacando con patadas precisas y jabs certeros. La batalla era un baile macabro, una danza de violencia y estrategia que mantenía al público en vilo.
No puedo evitar sentirme fascinado por la fuerza bruta de X'thl, por la astucia y la determinación de A'phrodytå. Son dos guerreros excepcionales, dos representantes de mundos distantes que se enfrentan en una lucha sin cuartel.
Los no-humanos cercanos a mí en cada round, apostaban planetas, civilizaciones, idiomas, apostaban el tiempo y las creaciones…
Los rounds se sucedían como olas en una tormenta. X'thl dominaba con su fuerza bruta, pero A'phrodytå resistía con astucia y determinación. La tensión en el aire era palpable, cada golpe era recibido con un rugido de la multitud que vibraba con la intensidad del combate.
Los soles que estallaban al anunciar el inicio y fin de los rounds me hicieron recordar aquel momento de mi juventud, El sol se colaba por la ventana, iluminando mi rostro con una luz tenue. En mis manos, sostenía con una mezcla de emoción y nerviosismo la revista que acababa de llegar por correo. En una de las páginas, bajo un titular en negrita, estaba mi nombre: Miguel Ángel Oliveira. Mi primer reportaje. Un sueño hecho realidad.
Las palabras parecían bailar ante mis ojos. Las había leído y releído tantas veces que ya las sabía de memoria. Pero en ese momento, se sentían nuevas, frescas, llenas de vida. Era como si las estuviera leyendo por primera vez, como aquel poema de David Gonzalez, la hora de pelear...
Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Un sentimiento de orgullo, de satisfacción, de plenitud. Había logrado lo que tanto anhelaba.
Mis palabras, mis ideas, mi visión del mundo, estaban plasmadas en una revista, para que miles de personas las lean.
Recordé el largo camino que había recorrido hasta llegar a ese momento. Los años de estudio, las horas de práctica, los desvelos, las frustraciones, el encuentro con la muerte, los momentos de duda. Todo había valido la pena.
En ese instante, comprendí el poder de la escritura. El poder de las palabras para informar, para conmover, para cambiar el mundo.
Sentí una responsabilidad enorme. No solo era un escritor, era un periodista. Un comunicador. Una voz para aquellos que no la tienen. Prometí a mí mismo que nunca dejaría de escribir.
Mi primer reportaje fue el comienzo de una aventura. Una aventura que me llevaría a recorrer el planeta Tierra, a conocer gente increíble, a vivir experiencias inolvidables.
Y todo comenzó con una simple idea, una simple palabra, un simple sueño.
Un sol más estalló en el universo frente al domo, dando inicio al último round, los primeros segundos eran una danza de reflejos cansados, de pronto un silencio, un golpe devastador de X'thl derribó a A'phrodytå.
El público que apoyaba a X'thl rugió de victoria, mientras que los contrarios contuvieron la respiración con un nudo en la garganta. A'phrodytå se levantó con dificultad, tambaleándose, pero sus ojos brillaban con una determinación inquebrantable. No se rendiría, las galaxias volvían a rugir de emoción, el último round fue una batalla épica.
Ambos luchadores, exhaustos y cubiertos de heridas, lucharon con la última gota de su energía. Finalmente, en un giro inesperado, A'phrodytå logró conectar un golpe certero en uno de los mentones de X'thl, enviándolo a la lona.
El público estalló en júbilo. A'phrodytå, la guerrera de Vüh’rt, había vencido al titán. La noche de las estrellas había terminado, dejando una huella imborrable en la historia del boxeo intergaláctico.
Regresaba en una cápsula espacial, el universo frente a mí, y yo miraba mis manos temblar por la emoción de escribir una nueva historia.
.