"Guardia de Seguridad" Escrito por Isaac Contreras

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Dicen que uno se acostumbra a todo. A la soledad, al silencio, hasta al miedo. Pero no es cierto.Yo llevo ocho años cuidando esta plaza por las noches, y todavía me tiemblan las manos cuando el viento sopla por los pasillos vacíos y hace que las lonas se agiten como si respiraran.

No era así antes. Antes esta plaza tenía vida.Había niños corriendo, vendedores de algodones, parejas sentadas junto a la fuente. Pero desde que empezaron con eso del Recorrido del Terror, ya nada volvió a ser igual.

Cada año montan sus casitas falsas, sus muñecos con sangre, sus gritos grabados. Y yo tengo que cuidar todo eso cuando los demás se van a dormir. Dicen que no pasa nada, que son puros efectos. Pero yo los he visto moverse cuando el reloj da las tres.Y he escuchado que se ríen, allá dentro, aunque no haya nadie.

Por eso ahora les hablo, a ustedes, los que me oyen desde la oscuridad.Díganle a su jefe, al que manda ahí abajo, que me deje libre esta vez. No quiero quedarme para Halloween. No quiero ser parte del ritual.

—Ya cumplí mi tiempo —les digo—. Ya limpié su sangre del suelo, ya encendí sus luces cuando lo pidieron, ya cerré las puertas cuando quisieron salir.Déjenme ir, por favor.

Pero no me contestan.Solo se siente ese frío que me recorre el cuerpo, ese mismo de todas las noches, cuando me doy cuenta de que ya no hay diferencia entre lo que está vivo y lo que no.

Yo vi lo que pasó el año pasado. Vi cómo al último guardia lo metieron al recorrido disfrazado de demonio.Pensábamos que era parte del show, hasta que noté que el traje se movía solo, que las cadenas que llevaba estaban amarradas de verdad.Decían que el público gritaba encantado, que el efecto era buenísimo.Nadie se dio cuenta de que los gritos no eran actuación.

Por eso vengo a pedirles. No me maten, por favor. No me hagan quedarse mi alma aquí cuando se acabe el espectáculo.

Yo sé que ustedes escuchan.Sé que están bajo las tablas del escenario, donde gotea el agua de la fuente vieja.Ahí fue donde vi sus sombras por primera vez, una noche que la luz del farol parpadeó tres veces seguidas.Sentí el olor a carne quemada, y algo me susurró al oído:“Ya casi es octubre”.

Desde entonces lo sé: esto no es solo una casa del terror. Es un altar.Y cada año piden una vida para mantenerlo encendido.

Tal vez me lo merezca.He visto cosas y no dije nada.He oído nombres que no debí repetir.Pero aún así, les ruego:Díganle al demonio mayor que me deje ir antes del treinta y uno.Que me deje cerrar mis ojos lejos de aquí, donde no huela a humo ni a sangre ni a miedo.

Si no, cuando abran las puertas y entre la gente, me van a ver ahí, parado junto a los maniquíes.Pensarán que soy uno de ellos.Y tal vez ya lo sea.

Porque desde hace un rato ya no siento las piernas.Y oigo voces detrás de mí que dicen mi nombre, bajito, como si me llamaran para comenzar el show.

Creo que ya empezó.

Y esta vez…

Cuento: “Guardia de Seguridad”

Escrito por: Isaac Contreras

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